miércoles, 26 de noviembre de 2008

Preguntas...



Hay un momento del día en que todo se vuelve sutil. La luz, el ruido... El ritmo se reduce de manera paulatina hasta volverse murmullo, susurro y silencio. Es, en este proceso que, mi relación con mis hijas pasa al siguiente nivel. Las conversaciones se vuelven más íntimas y, con el último hilillo de voz, ellas me hacen confesiones asombrosas. En ocasiones, descubro sus inquietudes  por el tipo de preguntas.  Julia acostumbra a deslumbrarme abriendo de repente los ojos despues de un rato de silencio y somnolencia y, mirándome fijamente con la luz de su sonrisa desbordada, me dice algo como. ¿Cómo mueren los peces? o ¿Encima del cielo que hay?. Juro que intento mantener un tono didáctico sea cual sea la pregunta. He querido que mis hijas piensen, reflexionen sobre todo y que, el primer planteamiento lo hagan ellas. Quiero endurecer su músculo de pensar para que, el día de mañana sean resistentes a la epidemia de ignorancia y conformismo reinante. Yo lo intento aunque, a veces sucumbo y se me escapa la risa. Y me río por pura felicidad. Julia, mi dulce e inocente Julia. El astro más brillante de mi casa que puede pasar del llanto caprichoso por un deseo negado a la risa por un gesto y, de esta al beso tibio por que si. Mi Niña pequeña, tiene un mundo interior que no le da tregua. Y que le plantea dudas tan intensas como para reservarlas para el momento especial del día.

No es una conversación más. Las diurnas van acompañadas del ruido habitual, del reproche tenue o del ritmo acelerado. Estas son las de verdad, el resumen. Es como si me dijeran: Papá hoy te he hecho caso, he pensado y tengo preguntas para ti. Me gusta creer que yo soy el artífice pero, según lo escribo me doy cuenta del error. Es la vida que se abre camino y no gracias a mi, si no a través de mi. 

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